JOSE SEGUIRI

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Neomanieristas de la Posmodernidad

Seguiri nos cautiva, naturalmente, no por habernos recuperado el recordatorio mítico, sino por haberlo hecho con tanta frescura y desparpajo, con tan gratificante lozanía erótica y justeza estética. Además de "manera", Seguiri tiene el don de los artistas primitivos

José Marín-Medina



A chaque fois de nouveau je suis stupéfié par l'évidence et la légèrté expressive de la matière ennoblie, avec laquelle ces scultures frappent l'imagination sensuelle du spectateur . Je suis fier d'avoir pu faire la connaissance personnelle de leur auteur

Leo Heinquet. París



En el tejido de Eros

Pero lo que otorga, al fin, esa extraña intensidad a estas piezas es el hecho, tal vez inexplicable, de cómo con su intrincada filiación, alientan una ingenuidad genuina, gemela de algún modo de aquella otra impúdica inocencia de Eros que nos cantan

Fernando Huici. Diario "El País"



La escultura equinocial de José Seguiri

Un aire limpio, cargado del polen de la piedra, provoca un mundo pulcro, lúdico e intenso, que merece la atención, como inicio de una misteriosa navegación que solo los dioses deben conocer y nosotros intuir

Tomás Paredes



En el tejido de Eros

Aquello que hay de más entrañable, de más intimamente contagioso en las esculturas de José Seguiri (Málaga, 1954), nace de una curiosa acumulación de ambigüedades, las que se generan desde el contraste entre la inmediata ingenuidad aparente de sus figuras y la sofisticada -y muy compleja- trama de ecos que les dan origen, y que cabría resumir, tomando el término en una suerte de acepción laberíntica, como una extensa resonancia de mediterraneidad

Fernando Huici. Diario "El País"



José Seguiri

Jose Seguiri evoques the fondeur tales of our occidental imaginary, these archetypal scenes destined to be repeated ad vitam aeternam. Daphné running away from Apollon's wild love, Eros tempting Venus with a fruit bowl, the duplicity symbolized by Gaia, the exaltation of beauty like Helene getting out of her egg.
The mutual attraction of bodies has always been José Seguiri's great subject: a dionysiac vitality brings to life his bronze characters, ageless or rather undefinied, between childhood and maturity. Their plump bodies and chubby faces can hardly contain an overflow of passion, ready to spurt at any time. Their gestures and attitudes come along with a quasi-divine gracefulness, dictated by empire of satiety.
An evolution is perceptible in his recent sculptures. Movement is accentuated by coloured patinas, just like antiques sculptures before time erased their colours. Incarnation of a spontaneus sensuality, assuaging of desire. Earthly pleasure shared by Gods

Art Exit



Dar sentido

Ejercicio harto complicado resulta tratar de definir con una palabra o una frase -con la posibilidad latente de difundir una sarta de tópicos vacuos-, el lenguaje o el estilo de José Seguiri (Málaga, 1954). Quien suscribe rechaza de plano y entrada términos como «neo-cultista» o «inocente ingenuismo». Hay algo más. Nos hallamos ante un modelador de espacios temporales y un desenmarañador de memorias colectivas.
La serie de óleos sobre lienzo, témperas y sanguinas sobre papel y, sobre todo, el nutrido grupo de esculturas en bronce y terracota que ahora presenta en la galería de Javier Marín, nos hablan a las claras de sus posicionamientos estéticos e intencionales. La dialectica disyuntiva Eros-Tanathos sobrevuela el recorrido y la selección de la obra. Me decanto sin dudarlo, por los magnificos ejemplos escultóricos que representan obras como Iphigenia, Rapto a caballo o la sugerente Grand Reveil, de formato mayor. En una ocasión, le pregunté al autor el por qué de centrarse en el mundo mitológico. Con inusitada sinceridad me respondió que no lo sabia, pero que «haciendo» mitología se sentía así, como un eslabón pequeño de una cadena cultural.
Toda su producción destila una fuerte carga de ironía, vehemencia, sensualidad, terrenalidad y monumental caducidad, como en las interesantes y enormes Cabezas, vencidas por el tiempo y olvidadas en las sales de la galería. El mito, para serlo, debe expeler, a partes iguales, el trascendente aroma de la divinidad cuanto el sudor de lo mundano. Alcanzando su gloria y su desgracia en el mismo trayecto narrativo. Pertenece Seguiri, por convicción y arraigo, a una telúrica estirpe de artistas andaluces, atlánticos y mediterráneos, que han desarrollado con fruición y engarzado con sapiencia los dos únicos mundos posibles, el ayer más remoto y permanente y el hoy más caduco e intrascendente.

Iván de la Torre Amerighi



No sé por qué -puesto que no existe una relación directa- me recordó una pintura de Balthus, "La fruit d'or" de la colección Henri Samuel. Fue una relación "sensorial" la que establecí, pero si tuviera que racionalizarla, diría que la hice por esa extraña mezcla de gestos y actitudes ambiguos que otorgaban a la pintura una atmósfera repleta de misterio y dan a la escultura su vibración más intensa, su más peculiar atractivo.
Luego supe que la referencia a Balthus, cuando se trata de enjuiciar la obra de Seguiri, ha sido frecuente y el mismo escultor no ha dudado en traer a la exposición, que ahora presentamos, una obra que parte directamente de una pintura balthusiana, la que lleva por título "El castigo (según Balthus)".

Miguel Angel Revilla





Seguiri en combate

Vuelve Seguiri.

En un tiempo donde cualquier juego es tan peligroso como un sueño a punto de explotar. Igual que la metamorfosis de la inocencia en culpabilidad. Vuelve Seguiri con estas realidades extrapoladas al ámbito de su universo creativo, resueltas con el diálogo de su estética asentada y la indagación en un presente incómodo, amenazador, en perturbación.

Vuelve Seguiri con el Eros y el Tanathos, poética fiel de sus piezas: sensualidad carnal a flor de mano, entre lo rotundo y lo frágil. Pero en esta nueva exposición no hay bronce ni Dionisios grecolatino en boceto, en alegoría, en alegre abandono en medio de un coro en el que erotismo y cultura, tradición y relectura se abrazan, se descarnan, se festejan.

Tampoco hay mito. Aunque él, nosotros, sabemos que no podemos escapar del laberinto de su cultura. Es por eso que el mito, aquí, son rostros en silencio, miradas profundas, representación del oráculo y a la vez de nuestro yo preguntándonos desde dentro, desde fuera, qué pensamos acerca de lo que estamos pensando mientras miramos. Rostros que son máscaras bizancio, el reverso a la cruz de la moneda, efigies de la inocencia y del miedo. Su silencio es nuestra mordaza, la pregunta a la que debemos ganarle una respuesta.

El mito, la interpretación cultural del yo, no puede diluirse en la obra de Seguiri. Está presente en las figuras que siguen viviendo en un tiempo suspensivo, aturdidas por el deseo -es su estilo, su universo sensitivo- y sin embargo, ahora, en esta exposición, están metamorfoseándose en ardillas o ensimismadas en el juego de un combate. Ninguna es consciente del todo de que pueden convertirse en desperfectos del amor o de la batalla.

En otro yo simbólico: esa ardilla en fuga y rebelde de lo doméstico, de lo subyugado, capacidad de prepararse para un futuro próximo. Cerámica, gres esmaltado. Lo sobrio, lo rotundo, la curva, el diálogo del roce. Y en el fondo, fragilidad inquietante entre la quietud y la amenaza. Como el Minotauro -aunque tenga máscara de niño- que convierte su jardín en la felicidad de un campo de combate o el David Gozsilalizado que destruye la ciudad de barro. (De nuevo, el mito).

Igual que la ninfa moderna y aérea, equilibrio entre el inconsciente y la realidad, inocencia cautiva de un sueño contra el que convertirse también en víctima si se despierta. Chica boom, bomba de destrucción masiva. El vuelo de los sueños también produce vértigo.

I never will ask what deconstrution is. Afirma Seguiri con sus habitual sonrisa desenfadada que confirma su equilibrio entre la certeza y la duda, entre la ironía y la lucidez, entre el tiempo aprehendido y el tiempo que se transforma en futuro. Lo afirma, jugando de nuevo, frente a un cuaderno donde el dibujo es el eco de una palabra voltaire. Un cuaderno, una pantalla tecnológica desde la que el pasado del arte interroga el arte del presente. La modelo que es el arte y el pintor de cámara que es la mirada. Seguiri lanza una pregunta acerca de la condición privilegiada del arte y del artista, de su goce, de su reflexión, de su mirada. Su nuevo trabajo es hermoso, es inquietante. Es presente. Nos pregunta cuál es nuestra actitud frente al desconcierto, frente a la vanidad, frente a la búsqueda, frente a la costumbre del horror. La respuesta está en nuestro rostro.

Guillermo Busutil